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30 noviembre 2011

Arroz improvisado




Un domingo cualquiera, abres la ventana, contemplas el cielo y empiezas a pensar que el picnic en la sierra tendrá que esperar una mejor ocasión. Miras a las chicas y piensas rápidamente que hoy, para almorzar, toca arroz. Pero ¿con qué? No había previsto nada. Así que organizo la patrulla y nos lanzamos directos al congelador. Tras rebuscar en un cajón y otro nos hacemos con una bandeja de carne de pollo y un recipiente con espárragos trigueros. Cari va dibujando una semblanza de resignación en su rostro viendo cómo se esfuma en un pispás el ansiado sabor a marisco, mientras Carlota ve el cielo abierto. Algo de verdura que nunca falta en casa y una lata de champiñones van completando la receta. En la recta final ya se nos ocurrirá algo más. Antes de que caiga el diluvio salgo a por el periódico, en la panadería compro una barra de pan rústico, unos huevos y un bote de mermelada de fresa, estaba pensando que quizá fuera buena idea una tarta de queso para la merienda...

Ingredientes: Arroz (redondo), contramuslos de pollo deshuesados (era lo que había), espárragos, champiñones (usad una lata y si disponéis de naturales, pues mejor), aceite, pimiento verde, ajos, tomates, pimentón dulce, azafrán en hebra, una lata de pimiento morrón y colorante alimentario. Sal y pimienta al gusto.

Elaboración: Arroz, una de mis incontables asignaturas pendientes en la cocina, aunque le pongo ilusión, dedicación e inventiva, el triunvirato del buen hacer culinario según escuché a un grupo de cocineros españoles en el escenario de la concesión de las acariciadas estrellas Michelín. Pero ellos saben algo más que yo no sé, así que mejor ponerse manos a la obra friendo el pollo, previamente salpimentado, y una vez doradito sacar de la cazuela y reservar. Suelo desglasar con un poco de zumo de limón los restos de pollo adheridos en el fondo, y en ese sustancioso aceite rehogo el pimiento verde y rojo y después los ajos, procurando que éstos no se quemen, llegados a este punto varios tomates maduros y picados van dando formar al sofrito, mientras afuera llueve a cántaros la cocina se va inundando de aromas caseros. Mareamos el pollo en el sofrito, al que añadiremos un vasito de vino oloroso, los espárragos y los champiñones para alegrar esta cocción, a cuyo término llega el momento de mezclar con el arroz. Una medida acertada es la de disponer de dos puñados por persona, somos cuatro, así que con ocho es suficiente, pero es aconsejable que contéis con uno más, por si alguien gusta repetir. Incorporaremos a la mezcla una cucharadita de pimentón dulce y tras unas vueltas vertemos el agua caliente, a continuación unas hebras de azafrán en hebra y el colorante alimentario. Este tipo de arroz me gusta rematarlo con una buena rodaja de chorizo, que le dará un gusto muy singular. Controlar el fuego y el agua y apartar minutos antes de que el arroz esté tierno. Resumiendo, he puesto ilusión (no me quedaba más remedio, hay que avivar el ingenio), dedicación (lo mio ya es perseverancia) e imaginación (hay que reinventarse en los fogones), es el mejor arroz que me ha salido. Con permiso.

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