El plato semanal más solicitado:

21 septiembre 2011

Sandwich vegetal con huevo




Tan natural como saludable, juega con el factor sorpresa del huevo frito que a nadie deja indiferente. Este sandwich vegetal lo descubrí durante mi época de estudiante en Madrid. Por las tardes solíamos frecuentar el colegio mayor Isabel II, en la ciudad universitaria. La merienda era un cita ineludible y no siempre las chicas (ya que se trataba de un colegio exclusivamente femenino) eran la principal excusa para dejarse caer por el lugar. Croasant, bollos de leche, bocadillos de embutidos, pinchos de tortilla, empanadas, dulces y... la estrella de la carta: el sandwich vegetal con huevo. No había más que echar un vistazo a la plancha y ver los huevos alineados mientras crepitaban para saber la aceptación de este plato. No recuerdo ahora los nombres de los dos hermanos que llevaban la cafetería, tan distantes física y temperamentalmente uno de otro, pero  merecen un homenaje desde aquí por su buen hacer. Años después rescaté esta idea en casa. Mencionar el nombre de este sandwich causó asombro a mis dos hijas. Así que nos pusimos manos a la obra y abrimos el frigorífico en busca de la materia prima.

Ingredientes: Pan de molde (blanco o integral), lechuga, tomate, jamón jork, loncha de queso, mahonesa y huevo. Estos son los ingredientes esenciales. Podéis añadir alternativamente pepinillos, cebolletas, zanahorias, brotes de soja o espárragos blancos, y sustitiuir la mahonesa por vuestra salsa favorita.

Elaboración: Freir el huevo y apartar. Preparad el jamón jork y el queso en lonchas, así como las hojas de lechuga recortadas y el tomate en rodajas. Tostad dos o tres rebanadas de pan de molde, en todas ellas untar la mahonesa a excepción de la de arriba, que nos servirá de tapa a la que horadaremos un círculo usando un pequeño vaso (por ejemplo, el de los chupitos), esta apertura nos servirá para mostrar la yema del huevo y el círculo sobrante para adornar y mojar. Id montando los ingredientes a vuestro gusto. Y a disfrutarlo.

14 septiembre 2011

Espaguetis a la carbonara



Reconozco que siento predilección por este plato. En una combinación acertada de ingredientes y elaboración los espaguetis a la carbonara se me antojan deliciosos. Es la resulta de agradables condimentos, sazonados y enriquecidos con materias primas naturales, sobre una base de gran aceptación. De ahí que sea cada vez más recurrente incorporar este plato al menú familiar como una opción interesante a la ya variada carta de pastas. Su elaboración es fácil y sólo requiere algo de paciencia, una actitud imprescindible cuando uno se mete en la cocina. Las recetas a la carbonara han ido evolucionando según usos y costumbres, siendo en su origen un plato romano de pasta mezclada con huevos, pimienta negra, manteca de cerdo, aceite y mantequilla. Existen varias tesis sobre la incorporación de otros ingredientes, como la cebolla, nata y panceta, tal y como ha llegado hoy a nuestros fogones. De ahí que podamos optar por preparar los espaguetis a la carbonara de dos maneras: usaremos en una huevos y en la otra nata, siendo ésta última mi preferida y la que subo al blog.

Ingredientes: Espaguetis (podéis usar también tallarines, e incluso papardele, aunque prefiero los primeros para el shop suey de ternera y los segundos al funghi), laurel (para cocinar la pasta) aceite de oliva extra, puerro (o cebolla, a elegir si queréis más o menos intensidad de sabor), panceta, pimienta negra, vino blanco, parmesano y nata para cocinar.

Elaboración: Empezaremos por cocer los espaguetis en una olla con una cucharada de aceite, una hoja de laurel y un puñado de sal, que echaremos cuando el agua arranque a hervir. Mientras tanto, en una sartén amplia ponemos la panceta sin aceite, y cuando ésta se haya dorado sacamos y reservamos. Volcamos la grasa de la panceta en la sartén  y añadimos una cucharada de aceite para pochar el puerro bien picado, al que salpimentaremos. Rehogada la verdura vertemos un vasito de vino, y una vez que el alcohol se haya evaporado es el momento de añadir la panceta, espolvoreamos el parmesano y daremos algunas vueltas para mezclar bien. A estas alturas ya se habrán cocido los espaguetis, que escurriremos: si se trata de pasta fresca no es necesario refrescar, caso contrario lo haremos con agua para que se separen en su estado aldente, reservaremos un vaso con parte del agua de la cocción de la pasta. En la sartén ponemos la nata sobre el puerro y la panceta y dejamos cocinar lentamente hasta que consigamos trabar los ingredientes. Volcamos los espaguetis y mezclamos bien vertiendo parte del agua que hemos reservado de la cocción sólo cuando sea necesario a fin de que la pasta no se emplaste. Y servir, no hay nada más que añadir.

Vino: Acompañaría este plato con una copa de Vega Izan crianza, de la denominación Ribera del Duero. Es suave y agradable, que marida  perfectamente con la carbonara.

13 septiembre 2011

Lentejas con chorizo


En casa se guisaban lentejas los jueves. El olor de su cochura se reconocía desde la calle. Era un hábito convertido semanalmente en rutina. Como el pescaíto frito que acompañaba después. Yo me apuntaba más a lo segundo que a lo primero. Pero era difícil escaquearse. Así que me hacían pasar las lentejas en puré. Acabé dispersando cuscurrones y chorizo por el plato, y así las pasaba. En mi caso no se cumplía el dicho: "O las tomas, o las dejas". Pero como sucede con los clásicos, llega un momento en que descubres sus matices, aromas y esencias. Y las lentejas pasaron de ser un plato repudiado a situarse en la parrilla de los menús semanales en la nueva casa. Reconozco en los mohines de mi hija Carlota parte de aquellos recuerdos, pero ella aún tiene fortaleza y un pacto que ambos sellamos, y cuenta las cucharadas para no tragar ni una más. De la receta familiar he prescindido de la morcilla y la panceta; me quedo con el chorizo y un sinfín de verduras. Hoy día se siguen tomando en algunas casas las clásicas lentejas con arroz y las menos frecuentes con calamares. También el modo de cocinarlas varía según costumbres. Y opciones, porque hoy es común encontrar en las tiendas los tipos de lentejas en su variedad clásica y rápida, lo que redundará en su cocción. Las más comunes son la lenteja pardina, que da nombre a su apariencia y de tamaño normal, y la archiconocida de La Armuña, cultivada en las tierras salmantinas, de mayor diámetro. En guiso, estofado, ensalada, puré, mousse (exquisita con crema de boletus), y crudas hay hasta quien una docena engulle la noche de fin de año para invocar a los espíritus de la buena suerte, la lenteja sigue siendo el guiso clásico tan querido como odiado.

Ingredientes: Lentejas (suelo poner unos cuatrocientos gramos para cuatro personas), aceite virgen extra, pimiento verde y rojo, cebolla, ajo, tomate, patatas, zanahorias, berenjena, laurel, pimienta negra, azafrán en hebra, cominos, pimentón dulce, una pastilla de caldo, y cómo no, cuatro buenos trozos de chorizo.

Elaboración: Lavar las lentejas y una vez escurridas ponerlas en la olla con un litro de agua aproximadamente. Dos hojas de laurel para empezar el rito de ingredientes en crudo: dos patatas vienen bien, tres o cuatro zanahorias, un trozo grande de berenjena, un tomate y media cebolla, una cabeza de ajos y algunos granos de pimienta negra. Cuando el agua empieza a hervir añadimos unas hebras de azafrán, la pastilla de caldo, cominos (una o dos cucharadas de moka), igual de pimentón y los chorizos, en trozos o en rodajas previamente desgrasados. También podéis añadir una pizca de colorante alimentario. Y ya es cuestión de ir rectificando de sal y agua mientras se desarrolla la cochura.

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